Piensa en esto: cuando una multinacional te regala un teléfono móvil, te regala un pequeño infierno florido, una cadena de rosas cifrada, un calabozo de ondas wifi y protocolos 3g infernales. No te dan solamente un teléfono, que los cumplas muy felices, y esperamos que te dure porque es de buena marca, japones con procesador de 15 nucleos; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que ataras a tu cuerpo y pasearas contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de tí mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con sus auriculares como unos bracitos desesperados colgándose de tu cuello. Te regalan la necesidad de recargarlo todos los dias, la obligación de recargarlo para que siga siendo un teléfono; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las tiendas de apple, en el anuncio por la radio, en el servicio telemático. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa de que los hackers se metan en el y roben hasta la ultima gota de tu intimidad. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu teléfono con los demás teléfonos. No te regalan un teléfono, tu eres el regalado, a tí te ofrecen para el cumpleaños del teléfono.
NAN sobre el texto de Julio Cortázar: Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj.